Tal vez y sólo tal
vez
Tal vez era una de las noches más
largas y oscuras que sobre mi cabeza había habido alguna vez, pero sólo tal
vez, se volvería una de las noches más largas y hermosas que mis tristes ojos
habían contemplado...
Todo comienza en un cotidiano día
más, en el que yo, William y mi inseparable amigo teníamos en mente realizar la
cotidiana reunión en la cual dos adolescentes se reunirian para hablar de qué
mujer hermosa intentarían ligar, sin dejar a un lado una partida en la consola
de video juegos. No podíamos fallar a dicha reunión, pero como en todo, las
cosas no siempre salen como uno quiere, pero ese día sería distinto, con el
tiempo aprendí a agradecer que las cosas no salieran como uno quiere, sigan
leyendo y tal vez ustedes también sabrán ver el lado bueno. Caminaba por la
acera, de camino de casa de Bill, con tranquilidad no había prisa alguna, solía
salir media hora antes para poder apreciar la caminata que emprendía. Un dato
importante que debo agregar es que el más popular de mi colegio no lo era, sin
duda alguna y en ocasiones eso suponía un problema, pues en estos tiempos
abusar de quien es el más estudioso, diría yo que es similar a un fetiche, pero
sabía llevarlo, tal vez no metiéndome con nadie y sabiendo callarlos con mi intelecto,
pero no siempre salía victorioso y esa tarde fue una de ellas...pues en mi
caminar, no se metieron conmigo, pero quisieron abusar de la nobleza de una
bella joven, bellos ojos, hermosa cabellera, despampanante sonrisa, quizás me
precipite pero creo que era perfecta.
El arrogante de Lyo, molestaba a
Luna, simplemente sabía su nombre, pues aunque fuera a mi misma aula, nunca
tuve la valentía de siquiera hablarle, era conocedor de tan bello nombre,
debido a que justamente se habían mudado hace poco tiempo a la casa de al lado
que el Sr. Macgryffyn había estado vendiendo por tanto tiempo, espero no
tenerlo que verlo más, pero continuando con el conflicto, no podía permitir que
el tan sólo mirar de alguien perturbara el natural rubor, que yacía en dicha dama,
mi futuro no era incierto, sabía que recibiría una golpista por parte de Lyo,
aun así valdría la pena, tal vez iría con media cara partida y sin haber jugado
con Bill, pero tenía que por lo menos tratar de proteger a Luna, algo en mi lo
exigía. Pocas veces fallo en mis predicciones, mi rostro deseo no haber estado
presente, pues no hablaría con claridad en un buen tiempo, pero puede que ni me
importase, pues ella estaba allí, mirando con sus bellos ojos resplandecientes,
con toda la pena del mundo por haber
tenido que ser yo quien recibiera tal aberración de paliza. Me acerqué a ella
con el fin de explicarle que sabía las consecuencias y que por ella el dolor no
causaba efecto en mi. Jamás creí que el tener que soportar tal arsenal de
golpes, valdría tanto la pena, y es que, estaba junto a mi con su voz
quebrantada preguntando que tal me encontraba, era como ver a la representación
de una diosa, que cayó sin pretenderlo.
Luna me convido a su hogar, con el
fin de curar mis heridas. En su casa, se encontraba simplemente su madre, ya
que, su padre era militar y pocas veces habitaba el lugar. Mi madre y la señora
Grayson, charlaban mucho, de temas que sólo ellas conocían, pero en ciertas
ocasiones conversaban de sus hijos, incluso mi madre me contó que la Sra.
Grayson, quería que me hiciera amigo de Luna, pues sentía intriga por mi
persona, pero como siempre prefería estar sólo, pues me sentía incómodo con
grandes cantidades de personas, por eso nunca sentí la mínima curiosidad de tan
sólo mirarla, pero tal vez todos los cuentos que nos cuentan o todas las
películas que vemos son reales, el amor a primera vista existía, nunca había
sido partidario de dicho amor, pero ella me desnudaba, me sentía indefenso ante
aquella hermosa mujer y no era malo, realmente lo anhelaba, quería sentirme
desprotegido en su presencia. Me convido a que me quedara a cenar, pues como
ella lo decía, debía regresarme el favor de aunque sea haber intentado
protegerla, le comente que se haría tarde para mi, pero su bella voz me convenció,
hablamos y hablamos toda la cena, estábamos solos puesto que su madre se sentía
mal, por una comida que le había echo mal. Horas y horas de conversación que
disfrute, minuto a minuto, conociéndonos poco a poco más, sabiendo las
similitudes entre nosotros.
Si me caracterizaba por algo, era mi
franqueza, pero con ella no podía ser de ese modo, tenia que decirle la verdad
con delicadeza, su aroma me lo exigía, mientras ella movía sus labios, por mi
mente pasaba un carrete de palabras que deseaba decirle, quizás venían sin
razón alguna, pero debía hacerlo....le dije mis pensamientos, obviamente de una
forma ordenada, pues era tanta información, que incluso yo no sabía cómo
interpretarlo. Un intenso silencio se apoderó de la brisa, mi pálido cuerpo no
respondió después de eso, sus mejillas enrojecidas se fruncieron, dando como
resultado una sonrisa que a pocas luces podía visualizar, sin contar que la
brisa ondulada sus cabellos y poco a poco todo colapso...sus jugosos labios,
sometieron a los míos dejándolos al rojo vivo, ya no había marcha atrás,
simplemente no quería apagar ese momento, quería que fuera eterno, debía serlo.
Luego, de aquel inmemorable momento,
nuestros ojos no tenían otra ruta que el mirar del otro, era tan bello, que
seguro los dioses eran espectantes de ello, nunca volvería a ser igual, nunca
volvería a desconfiar, pues la búsqueda culminó, podía sentirme tranquilo,
sereno, a su lado, un sentir que nunca había apreciado. Pasaron los días,
nuestro momento sería inigualable, al menos para mi, cada vez que sonreía y
pasaba por mi lado en aquel pasaje de camino a nuestra aula, era mi delirio,
las ganas no podían contenerse, de poder abrazarla y susurrarle cuanto la
amaba...tal vez y sólo tal vez, mi tropiezo se convirtió en mi aliento.
Pero sólo tal vez, no es un echo,
pues hay un dato que olvide mencionar en el comienzo, nunca soy bueno para los
finales felices, puesto que mi naturaleza no me lo permite, literalmente mi
naturaleza no me lo permite, fui diagnosticado con la enfermedad que nadie quería
considerar, alzheimer, mi memoria no podía soportar momentos de estrés, pero no
fue estrés lo que sentía, sentía gozo, no podía dejar, que mi maldita
enfermedad borrará esos recuerdos que nunca más volverían, momentos que si
olvidaba no sabría que le diría al verla pasar cada día como todos los días, no
y no, no me creerán pero, hice lo imposible, incluso golpear mi cabeza contra
la pared, no quería, pero tal vez no podía...no pude guardar esos momentos, ya
nada, ni nadie me convenceria de lo que había pasado, pues nunca mas lo vería
plasmado en mi mente, mi vida volvería hacer igual sin a quien amar.
Días y días, viendo su rostro de desamor, de intriga, mi
frialdad, el no reconocerla, tal vez quedaba poco tiempo a esos recuerdos, el
tiempo corría, una carrera a contrarreloj.
Tal vez y sólo tal vez, la agonía
acabaría, pero como, si no tenia el mínimo aliento de acercarme a sus
alrededores, sentía la necesidad, pero no tenía el valor, no el momento que
había podido tener en el pasado, pero no todo estaba perdido, en un principio
comente que su aroma me abducia, esa sería la clave, pues el solo rozar de la
brisa en sus ropajes, desprendía un olor afrodisíaco, esos momentos en los que
estaban presentes sus olores, venían escasamente a mi mente, pero tal vez y
sólo tal vez su aroma me haría recordar esos momentos que no recordaba, y de
repente, su ser me impacto, luego del colegio, mi rutina había acabado, ir a
jugar donde Bill, hacer las compras que mama me pedía, bañar a mi perro Max y
hacer las tareas, estaba agotado, tirado en la recamara, cuando suena un
murmullo sospechoso, íntrigado me dispuse a averiguar que era...era ella Luna
estaba trepando por el árbol de mi patio, quería gritar, pero verla me decía
que no, era preso de su belleza y si algo malo me hubiese querido hacer, quizás
lo dejaría, sólo por quitarme esa intriga de haber tenido un pasado con ella y
problema fin recordar.
Como un león se lanza a su presa,
Luna se abalanzó ante mi, con una gran intención, hacerme recordar todo lo que
habíamos pasado, mientras una lágrima inquieta caía por su mejilla, yo sonreía,
sonreía de tenerla, de poder visualizar un carrete mental que me decía que ella
era la mujer de mi vida, la que había amado y amaría...de un salto desperté,
mis pies estaban helados, la sábana que los tapaba se encontraba en el piso,
pero no importaba mucho debía acompañar a mis hijas a la escuela y ami esposa a
su trabajo, antes de ir yo al mio. Me levanté, me mire frente al espejo, pensé
que Max me había lamido, tenía los lagrimales sudando, sudando lágrimas, una
vez lavado la cara, vi un ser tendido y desnudo en la cama, recuerdan que tal
vez y sólo tal vez, una mala noche me permitiría disfrutar de la luz de otras
muchas más, pues las disfrutaba junto a mi esposa, habían sido tantos años a su
lado, años que me he sentido afortunado, incluso en mis sueños esta,por eso la
desperté, como solía hacerlo: -Luna, amor, cuanto te amo...-.
Autor: Wilmer Coello
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